Nuestra casa común
La industrialización, el consumo masivo y la transformación de la agricultura han llevado al mundo vivo a un punto de crisis. Hemos causado una extinción masiva en curso, desde mamíferos hasta plantas y bacterias diminutas. Es urgente cambiar de rumbo, salvaguardar los ecosistemas salvajes que quedan y revivir los que están degradados. Son la base de nuestra supervivencia y nuestro bienestar.
La biodiversidad es la base para la supervivencia y el progreso humano
Los ecosistemas sanos regulan el clima, limpian la contaminación, polinizan nuestros cultivos, y nos dan agua limpia, medicinas, y otros recursos naturales vitales. Muchos medios de vida dependen de estos servicios. La naturaleza es una tremenda fuente de inspiración para el arte, el aprendizaje, la cultura y la espiritualidad.
Sin embargo, a medida que la industria, la agricultura y la pesca se adentran en paisajes que eran salvajes, como los bosques, humedales y mares, destruyen la riqueza del mundo vivo.
Desde 1970, las poblaciones silvestres del mundo han disminuido en dos tercios
En el mismo período, la vida animal y vegetal en agua dulce se redujo en un 84 por ciento. Las abejas y otros polinizadores están en grave declive, lo que amenaza el suministro de alimentos básicos, frutas y verduras.
Sin acción sobre el clima y la deforestación, en 50 años la selva amazónica podría ser un paisaje seco y de matorral. El suelo también está en peligro, y sin suelos biodiversos, los ecosistemas que sustentan no pueden sobrevivir. Los ecosistemas sanos también protegen contra los impactos del cambio climático, como el calor extremo y las inundaciones costeras.
¿Qué tiene que cambiar?
Con acciones inmediatas para conservar y restaurar los ecosistemas podemos revertir el daño a la naturaleza. Debemos proteger y restaurar los hábitats terrestres y marinos. Hay que fortalecer los derechos territoriales de los pueblos locales e indígenas, que tienen un saber profundo y diverso sobre el uso prudente de recursos naturales.
Debemos cambiar cómo producimos y consumimos alimentos. Las prácticas agrícolas restaurativas pueden darle un refugio a la naturaleza y a la vez ayudar a enfrentar el cambio climático. Comer menos carne y productos lácteos y reducir el desperdicio de alimentos reduce la presión sobre los ecosistemas. Abordar la crisis climática también evitará una mayor pérdida de biodiversidad.